domingo, 21 de febrero de 2016

Entender las acciones humanas, el reto del sabio.


Una de las frases más sobresalientes y desafiantes del príncipe de los filósofos, Baruj Spinoza, es la siguiente: "... no he buscado ridiculizar, deplorar ni menos aún maldecir las acciones humanas, sino sólo entenderlas" (Tratado Político 1.4). Otra versión lo traduce así: "... me he esforzado cuidadosamente en entender las acciones humanas, no en ridiculizarlas, lamentarme de ellas o detestarlas".

Esta frase ha dado mucho de qué hablar. Algunos lo critican, otros ven en su composición una frase llena de sabiduría, desafiante, utópica, pero una buena utopía.

Pienso, por mi parte, que ese "Entender las acciones humanas" no es un concepto que implica "pasividad", es decir, "entiendo las acciones humanas, pero no permito que mis sentimientos afloren, y además, no acciono frente a ellas". Muy lejos de la verdad. 

El "entender" de Spinoza es una perspectiva "activa", "dinámica", que lleva ciertamente a la persona a poder explicar una conducta individual o social sobre la base de ideas adecuadas, racionales, objetivas, pero sin discriminar o etiquetar como "malo" o "bochornoso" a la persona que realiza dichas acciones. 


Es evidente que el común de las personas tienen como norma de vida: "juzgar a sus semejantes a priori", o "burlarse", o "despotricar", no sólo de lo que hacen, sino también de ellos como individuos. El sabio, por el contrario, ve las conductas humanas y procura entender los procesos biopsicosociales que están inmersos en dichas acciones (en la medida misma que va comprendiendo el orden natural de todas las cosas), sin que ello signifique una restricción (inhibición, evitación) de las emociones y sentimientos. Y es, precisamente, en función de ese "entender", que procura su conservación en vida, evitar penas innecesarias y auto-actualizarse, y además, influir en la sociedad.


MSc. Alfredo Zambrano G.
Orientador en Sexología

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