En cuanto a si es malo o no, debo aclararle lo siguiente: las determinaciones y prácticas que se emprendan dentro del “ejercicio de la función sexual” son de la exclusiva responsabilidad de la pareja, ya sea con fines de goce, vinculación afectiva o de procreación. Por lo tanto, no es correcto esgrimir “absolutos e imperativos" respecto de lo que se debe hacer o no se debe hacer: “esto está bien”, “esto está mal”, como si todos los seres humanos fueran unos clones o máquinas que se les hace operar de acuerdo a un “manual de prohibiciones y permisiones en el ejercicio de la función sexual”, diseñado en la mayoría de los casos por individuos que se auto-proclaman “seres iluminados”, “ungidos”, “guías espirituales”. Esos son los modos de proceder de los “maestros” controladores, los religiosos intransigentes, que sin escrúpulos “prohíben cosas que son por naturaleza innatos, normales, loables, reales, dignos”, pero que ellos mismos hacen y practican a escondidillas hasta la saciedad.
Aclarado estos puntos, procederé ahora a responder su inquietud: ¿Es malo practicar el sexo oral con la pareja? (Entiendo que la expresión "malo" tiene para usted la connotación de: "prohibido", "pecado", "perverso", "inmoral", "repugnante", "grotesco", "digno de ser castigado", entre otras etiquetas más).
En tal sentido, me doy la libertad de responderle de este modo:
El sexo oral,
Es malo, si se vulnera la libertad de expresión y de acción de
una de la pareja (hacerlo sin su consentimiento);
Es malo, si le causa malestar, desagrado o vejación a
una de las partes;
Es malo, si se hace por la fuerza, con amenazas,
chantaje o manipulación;
Es malo, si se hace con engaño, buscando sacar ventaja
de la fragilidad o inocencia de la otra parte;
Es malo, si se practica en un escenario que pudiera representar una violación de las leyes civiles y/o que
perturbe las normas de civilidad (o convivencia) y de las buenas costumbres, y
entre en el ámbito de la impudicia;
Es malo, si se realiza en un estado de desaseo, desaliño y dejadez;
Es malo, si se acometen acciones reveladoras (a terceros) de lo que se hace y
practica dentro de las recámaras (la intimidad de la pareja), sin el
consentimiento de la otra parte (se puede consentir con fines terapéuticos, por ejemplo);
Es malo, si se lesiona la salud y se menoscaba la integridad
bio-psico-social de alguno de los individuos (o de ambos);
Es malo, si se lleva a cabo como un acto o práctica que se enmarca dentro del campo de
compulsión, que sea considerado como una acción patológica, dañina, abusiva,
sin que importe para nada la otra parte;
Es malo, si se hace por mera costumbre, y que degenere la relación (progresivamente) hacia
el aburrimiento, el desinterés y la lasitud.
Es evidente, pues, que si la práctica del sexo oral se enmarca dentro de una experiencia respetuosa de los derechos fundamentales de la pareja, y surge espontáneamente del consentimiento mutuo, y tiende a incrementar la conservación en vida de ambos, les ayuda a su bienestar integral (un sano hedonismo, o expereiencia placentera) y les resulta altamente gratificante y satisfactorio, e incide positivamente en su realización como individuos pensantes, entonces, sin lugar a dudas, es una practica BUENA, y en ello ningún ser humano o institución religiosa tiene el derecho de prohibirlo o vulgarizarlo.
Así que, mi estimado amigo, y lectores todos, no permitan que
ningún mortal, por muy “iluminado” que sea, interfiera con sus “imaginaciones
sacrosantas” en el buen desarrollo y desempeño de sus relaciones afectivas y
mucho menos en el ejercicio de la función sexual.
Y en caso que requieran ayuda extra, para resolver
inconvenientes propios de pareja, no demoren en buscarla, pero deben
cerciorarse que sean profesionales debidamente calificados en el tema de la
sexología (certificados legalmente) y que gocen de buena reputación (ética,
moral, profesional).
UNA RECOMENDACIÓN FINAL:
Hombre y mujer: conózcanse mutuamente, explórense, hablen
entre sí sobre lo que les gusta y disgusta, y con libertad de expresión y de
acción, construyan su propio ambiente de placer, afectividad y complacencia.
Hasta aquí mis palabras… Espero haberle ayudado en la
búsqueda de una respuesta clara a su inquietud.
Con todo mi cariño y respeto,
Alfredo Zambrano G.
Orientador en Sexología
Excelente Respuesta.
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