Trastorno de masoquismo sexual
El masoquismo sexual comprende tres características
principales: dolor, humillación y falta de control. Muchas personas—quizá 15%
de la población general—obtienen placer sexual a partir de cierto grado de
sufrimiento. Sin embargo, estos comportamientos o ideas por sí mismos suelen ser
benignos, y sin duda resultan insuficientes para establecer el diagnóstico de
un trastorno.
Casi todas las personas que incurren en algún comportamiento masoquista
tienen un buen desempeño, tanto social como psicológico. Algunas mujeres
incluso aceptan que les gusta ser golpeadas (en las nalgas) durante las
relaciones sexuales o que tienen fantasías en torno a ser forzadas a tener sexo.
El masoquismo sexual es así el único comportamiento parafílico en el que parece
participar un número apreciable de mujeres.
Por otra parte, el trastorno de masoquismo sexual (TMS) es
un trastorno parafílico que suele iniciar durante la niñez. Los comportamientos
implicados incluyen atar, vendar los ojos, golpear las nalgas, cortar y
producir humillación (mediante defecación, micción o al forzar al miembro sumiso
de la pareja a imitar a un animal). Es probable que lo más frecuente consista
en recurrir al maltrato físico de algún tipo. Al pasar el tiempo, los pacientes
con TMS pueden necesitar grados crecientes de tortura para experimentar el
mismo nivel de satisfacción sexual; en este sentido, el TMS se asemeja a una
adicción.
Al asfixiar, pinchar o dar toques eléctricos, algunos masoquistas
se producen dolor. Quizá 30% de ellos en ocasiones también participa en un
comportamiento sadista. Unos cuantos incurren en un comportamiento en
particular peligroso denominado asfixiofilia (o hipoxifilia), en que se induce
un casi ahogamiento al atarse una cuerda en torno al cuello, meter la cabeza en
una bolsa hermética o inhalar nitrito de amilo. Estas personas refieren que la
sensación de restricción respiratoria favorece una sensación de goce sexual en
especial intenso. Cada año, estas prácticas causan una o dos muertes
accidentales por cada millón en la población general.
Si bien los masoquistas obtienen gratificación sexual al
sufrir dolor o degradación, no necesariamente ceden el control total. Muchas
relaciones sadomasoquistas están planeadas en forma cuidadosa; los compañeros
acuerdan una palabra secreta por la cual el masoquista puede indicar cuándo en
realidad es tiempo de detenerse.
Con cariño,
MSc. Alfredo Zambrano G.
MSc. Alfredo Zambrano G.
Orientador en Sexología
Fuente Bibliográfica:
Morrison, James (2015). DSM-5® Guía para el diagnóstico clínico. P. 578, 1ra. Edición. México. Editorial El Manual Moderno.
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