Cordial saludo. He perdido a mi hermano mayor y trato de encontrar una respuesta por qué sucedió, soy culpable, fue Dios o Satanás, pero creo que esa búsqueda de respuesta es con fin de atacar o contradecir conceptos religiosos... Creo que me falta amor, no sé, estoy divagando señor. Cualquier ayuda espiritual me servirá estoy seguro y la aceptare para mejorar mi mente. Gracias y Dios lo siga iluminando. Carlos Arturo Villegas, 45 años, Cali, Colombia.
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"No es conforme a la razón ni saludable para su potencialidad seguir juzgándose y auto-flagelándose por un suceso que escapa de sus manos, que pertenece al orden natural de todas las cosas".
¡Por Un Individuo Más Libre, Activo Y Feliz!
Esta Es Mi Respuesta:
Estimado amigo, gracias
por comunicarse. Reciba mis más sinceras palabras de condolencia y solidaridad
por el suceso acaecido en su familia.
Respecto a su inquietud
debo decirle, muy respetuosamente, que el fallecimiento de su hermano sucedió
porque sencillamente estaban dadas y dispuestas las causas y condiciones para que tal hecho
sucediera. Su hermano, según las leyes que rigen en
el universo, entró en el encadenamiento natural de todas las cosas, siendo la
muerte una experiencia ineludible dentro de este proceso. Por lo tanto, en
lugar de preguntarse por qué sucedió tal cosa, que no le conducirá a nada
bueno, dígase a usted mismo: ya que sucedió tal cosa, ¿qué debo hacer al respecto? ¿Cómo debo actuar y
conducirme dentro de este escenario?
Lo importante, entonces,
es reconocer y aceptar lo
que sucedió, sin etiquetar el suceso de malo,
catastrófico, horrible, e integrar
el hecho a su realidad histórica y familiar, esto es, a su todo
existencial, como una experiencia real y válida, aunque dolorosa. Esto no significa “tornarse indiferente e inexpresivo ante la memoria del
difunto”, en ninguna manera. Si hay que llorar, llore; si hay que guardar el
duelo, hágalo; si hay oficios religiosos que cumplir, y forman parte de
sus creencias, no dude en realizarlos; y si hay que resaltar en el seno de la familia los
logros y ejemplo de su hermano, hágalo con ánimo resuelto. Esto no solo le
ayudará a mitigar y superar con efectividad esta difícil experiencia, sino que
además le llevará a honrar y perpetuar, de alguna manera, el nombre de ese ser
querido dentro de su línea familiar.
De lo que sí debe
cuidarse es de no eternizar el dolor y el luto (llevarlo más allá
de los límites), hecho que lo pudiera conducir a padecer
de una tristeza desmedida o a hundirse en la culpa y la depresión.
Otra cosa. No es
conforme a la razón ni saludable para su potencialidad seguir juzgándose y
auto-flagelándose por un suceso que escapa de sus manos, que pertenece al orden
natural de todas las cosas. Tampoco es conveniente achacarle la culpa a Dios, a
Satanás o a sí mismo, pues esta resulta ser una actitud inadecuada, producto de
las cogniciones (pensamientos automáticos,
inadecuados) y creencias irracionales a través de las cuales, probablemente, ha venido
filtrado cada evento o experiencia propia de la vida, y a la vida misma.
Por tal motivo, le
sugiero que vaya
confrontando y desmontando desde ya todos esos pensamientos negativos y
fustigadores de la paz, que le llenan de culpa y ansiedad, y se haga de concepciones e ideas más
realistas, objetivas y veraces. Es muy recomendable
que lo propicie a través de auto-verbalizaciones contundentes, directas,
dinámicas, como por ejemplo: llamando inadecuados, inútiles e irreales a esos pensamientos
acusadores y perturbadores de la mente, y reformulando en su interior, y a través
de sus propias palabras, frases más realistas, objetivas y liberadoras.
Para ello, tendrá que
hacer un esfuerzo concienzudo, dinámico y constante, incluso, apoyado de algún
terapeuta calificado (si se hace necesario), hasta que surjan en usted renovadas formas de pensar y percibir la vida con
una mayor cuota de efectividad, operatividad y utilidad.
En cuanto a atacar o
contradecir conceptos religiosos, no es tan descabellada la idea, pues muchos de los sufrimientos de la humanidad
se deben precisamente a ese conjunto de opiniones, concepciones y creencias que
los sistemas religiosos han sembrado en la mente de sus feligreses, haciéndolas
pasar por “voluntad de Dios”, “sana doctrina”, “fundamentos de la fe”, pero que
en el fondo no son más que “vanas supersticiones” y “acaloradas imaginaciones”
camufladas de majestuosidad, inviolabilidad e infalibilidad, cuyo efecto es
limitar y reducir la potencialidad de las personas.
Por ahora, ocúpese de su
tranquilidad y equilibrio psico-emocional. Así que, ánimo y adelante.
Con cariño,
MSc. Lcdo. Alfredo Zambrano García
Orientador en Sexología
Saludos desde Bolivia... Excelente trabajo.
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